El Futbol de Kenneth

Por: Marco Malvido
Vía: El Buen Futbol




La encomienda era entrevistar al Ruso Adomaitis, la cita era a las cinco de la tarde en su hotel de concentración en Morelia, pero la delegación santista llegó con un ligero retraso a la capital michoacana. Gracias a la demora, me pude percatar de la presencia de un grupo de niños en la puerta del edificio.

A la cabeza del grupo, en primera fila, estaba Kenneth, se le veía impaciente, con una emoción desbordada. “Ya va a llegar Miguel Becerra, Oswaldo Sánchez, el Hachita Ludueña, Rafa Figueroa, Felipe Baloy…”, le repetía Kenneth a su mamá y a Pedro, su profesor. Evidentemente, de todos los chiquitines, era el más conocedor en la materia. Kenneth era el más entusiasta. 

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Cuando escuché a Kenneth nombrar uno tras otro a la mayoría de los integrantes del plantel santista, me dije a mí mismo: “Mira, tan bien ha andado el Santos que ya tiene afición infantil en Morelia, ese chico se sabe todos los jugadores”, pero cuando lo observé con detenimiento a él y a sus compañeros, pude percatarme que se trataba de niños especiales.

Entonces, una sensación tremenda recorrió mi cuerpo, me quedé sorprendido porque sin ser yo un experto en la materia, me di cuenta que se trataba de chicos con dificultades visuales y pensé: “¡Qué maravilla, ese pequeño que lleva la playera del Barcelona debajo de su chamarra y los Adidas F50 de Messi en los botines, conoce el plantel, se lo sabe de memoria y eso que quizá jamás los haya visto como la mayoría de nosotros lo puede hacer!”.

No me pude quedar con la curiosidad y me vi en la necesidad de saber qué onda con los chicos y con Kenneth en particular. Pedro Servín, el responsable del grupo, me explicó que se trataba de alumnos de la Escuela de Ciegos y Débiles Visuales de Morelia, quienes habían sido invitados por Grupo Modelo para tener una interacción con algunos jugadores de Santos. Sí, Kenneth al igual que todos sus compañeros, era ciego. Su padre posteriormente me explicaría que Kenneth fue un bebe prematuro que nació a los seis meses de gestación, lo cual provocó que su sentido de la vista no pudiera concluir su desarrollo natural.
Quería conocer a Kenneth, hablar con él, pero entonces llegó el equipo y recordé mi entrevista pactada con Adomaitis. Previamente me presenté ante la madre de Kenneth, quien al comentarle que su hijo me había atrapado, me respondió orgullosa: “Uy, se sabe todos los jugadores de todos los equipos, te sabe decir la jornada que se va a jugar y los fines de semana en lugar de salir a comer con sus hermanos o de paseo, prefiere quedarse en casa para estar al pendiente de los partidos”.

No había duda, su mamá confirmó mis sospechas. Kenneth era uno de los míos, un apasionado de la redonda, un enamorado del fútbol. Un adicto al fítbol. 

LA ENTREVISTA, PA’ MAÑANA 
Al estacionarse el autobús al pie del hotel, seguí uno a uno a los personajes que descendían de la escalera para ubicar al Ruso. El primero fue Becerra, le siguió Benjamín Galindo y yo estaba partido por el deseo personal de ver a Kenneth al momento de cruzarse con un jugador y la responsabilidad de cazar al Ruso Adomaitis para celebrar la entrevista. Entonces bajaron dos rubias cabelleras.
La primera de José Miguel, entrenador de porteros, y la segunda de mi víctima, Adomaitis. La mala espina me invadió desde que vi al Ruso con una cara de pocos amigos, un almohadazo y un gesto de querer llegar directo a la cama. Mis sospechas se confirmaron cuando Luis (representante de medios de Santos) me dijo que Adomaitis estaba indispuesto. “Me duele mucho el estómago, tengo náuseas, la hacemos mañana a la 1:30”, me dijo el veterano argentino.

“No hay problema, aquí nos vemos”, le respondí y entonces (afortunadamente) pude seguir a Kenneth en su convivencia con los jugadores de Santos. MANOS QUE VEN Y SIENTEN No tuve que caminar mucho para volverme a encontrar a Kenneth, ahí estaba en uno de los pasillos del hotel, ya platicando nada menos que con Oswaldo Sánchez.

 -Hola Oswaldo, ¿dónde está el Hachita?, preguntó Kenneth. 
-Ya se subió a su habitación. Respondió Oswaldo, 
mientras la mano de Kenneth sentía la textura de la sudadera. 
-¿De qué color es?, cuestionó el niño. 
-Blanca, con letras verdes, está muy bonita.
Le respondió Oswaldo. 

 Mientras se daba el breve diálogo entre futbolista y aficionado, Kenneth estiraba su mano y recorría palmo a palmo el pecho de Oswaldo, sintiendo su presencia, conociéndolo a su muy particular manera.
No quiero ni imaginar la sensación que Kenneth vivió cuando su mano estrechó a Oswaldo, cuando Carlos Morales lo abrazó, cuando el Hachita lo saludó.
En todo momento me concentré en la mano derecha de Kenneth y en su gesto. Oswaldo Sánchez lo vivió cuando Kenneth recorría su cuerpo con la mano hasta llegar al rostro. Yo sentí esa vibra cuando más adelante charlaría con Kenneth y me tomó de la mano.





LA CONVIVENCIA CON SANTOS 
Pasaron unos 20 minutos a partir de la llegada del equipo, cuando en uno de los salones del hotel, se reunían los chicos de la escuela con cuatro jugadores de Santos: Oribe Peralta, Juan Pablo Rodríguez, Carlos Morales y Rafael Figueroa.
Uno no sabe cuándo se puede topar a uno de esos personajes que te cambian la vida.
Esos niños dejaron una gran enseñanza en los que estuvimos presentes en la sala, incluyendo los jugadores. Entre los chicos presentes se encontraban también, Melchor Rodríguez y Brenda Revuelta, destacados deportistas que han sido medallistas nacionales en Juegos Nacionales para Ciegos y Débiles Visuales, quienes al igual que los jugadores ya habían sentido la gloria deportiva.
Más que una charla en la que los Santistas contaran sus hazañas a los niños, la convivencia consistió en una serie de dinámicas en la que los jugadores tendrían que desempeñar algunas tareas con los ojos cerrados.
 “Hoy vamos a intentar sensibilizarlos sobre cómo es la vida de estas personas, quienes hacen un esfuerzo muy grande para salir adelante. Vamos a descubrir el potencial que tenemos dentro, muy oculto”, señaló el licenciado Pedro, encargado del grupo y de dirigir las dinámicas.

 “Para no estresarlos no les vamos a tapar los ojos, simplemente les vamos a pedir que los cierren e intentar no abrirlos durante los siguientes dos minutos, en esa hoja escriban su nombre, su dirección y a qué vinieron a la ciudad de Morelia, inténtelo por favor”, fue la instrucción para la primera dinámica.
 “Es una actividad muy sencilla que nos hace reflexionar sobre ciertas actividades que perdemos”, agregó el instructor. Acto seguido, los cuatro jugadores tuvieron complicaciones para escribir esos datos con los ojos cerrados, a partir de ahí comenzaron a sensibilizarse y durante los siguientes 40 minutos lucieron conmovidos por la interacción con esos pequeños.

Kenneth los hizo reír con sus ocurrencias continuamente. Minutos antes de la convivencia, aproveché para tener mi primer acercamiento con Kenneth, me presenté como un aficionado al fútbol y como reportero de deportes. Kenneth sonrió de inmediato y se abrió el diálogo que reproduciré integro:
(K) – Me encanta el futbol, es que soy aficionado del futbol.
(Yo) – ¿Desde hace mucho tiempo, siempre te ha gustado?
(K) – Siempre. (Yo) – ¿Cuáles son tus equipos favoritos?
(K) – Santos y también Monarcas y el Barcelona.
(Yo) – ¿Dónde naciste, en qué ciudad?
(K) – Aquí nací.
(Yo) – ¿Entonces también le vas al Morelia, no?
(K) – No, a Santos más.
(Yo) – ¿Por qué?
(K) – Es que ganan más.
(Yo) – ¿Qué jugadores de Santos te gustan mucho?
(K) – Rafa Figueroa, Hachita Ludueña, Darwin Quintero, a mí me gusta el Cepillo Peralta, Becerra.

En ese momento Kenneth hizo una pausa en la charla para informarme de los partidos de la jornada y el estadio en el que se disputaría cada encuentro. Se supo siete de los nueve jugos.
Cuando terminó, seguí con mis preguntas.
 (Yo) – ¿Has ido a algún estadio?
(K) – “Si voy al Morelos y me siento en las butacas”.
(Yo) – ¿Qué le dijiste a Oswaldo?
(K) – Que me diera su playera.
(Yo) – ¿Cuántos años tienes?
(K) – 11.
(Yo) – Oye y ¿crees que México sea alguna vez campeón del mundo?
(K) – ¿México? Jajajaja, (Kenneth rompe en risas).
(Yo) – ¿Lo ves muy difícil?
(K) – Jajajaja, nunca, Brasil es más fuerte.
(Yo) – Gracias Kenneth, ahí vienen los jugadores, te dejo con ellos.

 LA CHARLA CON SU PAPÁ 
Al concluir la convivencia con los jugadores, Kenneth ya no lucía tan ansioso, sino más bien satisfecho, sumamente contento por la experiencia. Al día siguiente no iría al partido por el clima y el horario, pero qué importaba si ya había conocido a algunos de sus jugadores favoritos. Se había terminado la visita al hotel y aunque no había hecho la entrevista con Adomaitis, yo regresaba a casa con una sensación gratificante de haber conocido a Kenneth, su pasión por el fútbol y su alegría de vivir sin ponerse limitantes.

Entonces me pregunté por el hombre responsable por el amor de Kenneth al fútbol y se me ocurrió llamarle a su padre. Si he decidido compartir algunas de las frases que me dijo el señor Agustín Ortega (padre de Kenneth) no es para hacer más largo este texto de forma gratuita, sino para compartir el orgullo y el amor incondicional que este señor siente por el mayor de sus tres hijos.
 “A mí me da mucho gusto que Kenneth no sea introvertido porque demuestra la capacidad que él tiene para manejarse de un modo desinhibido, aún cuando se sabe diferente”, me dijo de inmediato, emocionado porque un incipiente reportero como yo se haya fijado en su hijo. Mi primera pregunta para el señor fue en relación a la imagen que Kenneth tiene de una cancha de fútbol, del deporte en sí y esta fue su respuesta: “La imagen que Kenneth tiene del fútbol es exactamente igual a la que tenemos nosotros porque ya son 7 años de afición, en los que cada fin de semana nos sentamos juntos a platicar sobre este deporte y con el paso del tiempo ha venido enriqueciendo ese concepto”.
 En su casa, hay fútbol todos los días. “Aquí se ve puro fútbol, él va al estadio cuando Monarcas es local, yo tengo plateas y siempre lo llevo, a mí me llena mucho llevarlo, más allá de que él no pueda apreciar el partido de la forma que lo vemos nosotros, él se lo recrea de alguna u otra forma y con el uso de la porra oficial, se mete al partido. Muchas veces lleva sus auriculares para escucharlo por la radio”.
 La afición de Kenneth es superlativa, tal como lo platica su padre. “Es exageradamente futbolero, lo que pasa es que yo soy muy futbolero y le platico, lo fui metiendo porque sentí que era una diversión muy sana para él… cuando él empezó a crecer, detecté que el futbol le gustaba, le empecé a platicar y realmente no me equivoqué porque lo he logrado meter a esa afición y ahora la vive intensamente, es canchero, aficionado, conoce jugadores de todos los equipos, se mete mucho a Internet, explora todos los equipos, cuando hay un cambio de torneo le explico que movimientos hubo y se mete de lleno, siempre está al pendiente”.

 EL ORGULLO DE LA FAMILIA 
Si Kenneth es un niño feliz, es gracias al amor incondicional que sus padres le han profesado. Al grado de que el señor Agustín se considera un padre especial. “Para mí a pesar de ser un niño especial, es lo mejor que me ha pasado, tener un niño especial en casa es difícil porque te vuelve diferente, porque ser un padre especial no es fácil, pero cuando le entiendes como es el caso de mi esposa y yo que asumimos nuestros roles, yo de trabajar, ella de encargarse del hogar y dentro del hogar está mi niño, es muy maravilloso para nosotros y te puedes dar cuenta que es un niño feliz, es un niño discapacitado y no sólo de la vista porque tiene mucho retraso, pero lo estimulamos mucho, le enseñamos día a día cosas, y te puede hablar de la playa, del bosque, de cualquier lugar”.

 “Para nosotros es un orgullo llevarlo de la mano a donde hay un evento o a cualquier lugar público, está muy socializado, es una persona lista que habla de cualquier tema, pero eso tiene mucho que ver con el manejo que se le da en casa, lo repito, para nosotros es un honor, distraerlo, llevarle, enseñarle, primero porque es mi hijo y segundo porque quiero transmitirle muchas cosas con la confianza que yo le doy y con eso, se genera un mundo diferente a la mayoría de estos niños que desgraciadamente son un poco olvidados”, comparte el papá de Kenneth.

DESCARGA DE EMOCIONES 
La vida de Kenneth seguirá ligada al fútbol, ese misterioso deporte capaz de levantar pasiones aún en aquellos que no lo conocen visualmente. Ya lo dicen los que han dedicado parte de su vida al estudio del fenómeno social de este deporte, “es una pasión inexplicable”. El fútbol de Kenneth es igual al de nosotros a pesar de ser tan diferente, porque lo siente a pesar de no haberlo visto. Al concluir este texto, cerré mis ojos por un tiempo, intenté reconstruir una cancha en mi imaginación, me resultó difícil darle color.

También pensé cómo sería mi vida si jamás hubiera visto el fútbol como lo he visto desde chico, ¿me apasionaría tanto como lo hace ahora?, me pregunto. También pensé en las dificultades que tendría que pasar sino tuviera manos para escribir esto, sino tuviera pies para subir una escalera o patear un balón, pensé en toda la gente que la pelea al doble que nosotros sin quejarse, agradecidos con la vida.
Pensé en la felicidad de Kenneth y le di gracias al fútbol por permitirle vivir un mundo de ilusión en una situación que para muchos hubiera sido una desgracia. Los invito a ustedes amigos, a valorar a todos nuestros semejantes con capacidades diferentes, pero con sueños e ilusiones igual de grandes que los que contamos con plenitud de condiciones físicas, a compartir y hacerles ver que no son diferentes, sino iguales que nosotros, con la posibilidad de ser felices, como Kenneth lo demuestra gracias al fútbol.